¿Viento o Espíritu?

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Encontré una traducción de la Biblia que en lugar de decir «el Espíritu de Dios» en Génesis 1:2, dice «un poderoso viento». ¿Es esta la traducción correcta?

En términos técnicos, la respuesta es afirmativa. Pero se han propuesto otras traducciones, como por ejemplo «viento de Dios». Algunos pasajes bíblicos pueden traducirse de diversas maneras, lo que requiere un examen cuidadoso de los contextos inmediatos y más abarcadores. Hay pasajes en los que aun el contexto permite diversas interpretaciones y, en tales casos, deberíamos ser lo suficientemente humildes como para reconocer esa realidad. Pero en el caso de Génesis 1:2, los argumentos lingüísticos y contextuales favorecen una lectura más tradicional.
  1. UN VIENTO PODEROSO:
Se usan varios argumentos para apoyar «un viento poderoso». En primer lugar, las frases previas del versículo describen las condiciones caóticas de la Tierra antes de que Dios la organizara: estaba desordenada, vacía y oscura, lo que señala que la frase en discusión describe un estado de caos. De allí que algunos traducen «un poderoso viento sobrevolaba las aguas» (Gén. 1:2). En segundo lugar, es correcto sostener que rúaj significa «viento» además de «espíritu». En tercer lugar, la palabra elohim («Dios») se usa a veces en hebreo para expresar algo destacado o incomparable. El mejor ejemplo se encuentra en Jonás 3:3: «Nínive era una ciudad tan grande» (literalmente, «una gran ciudad para Dios»; véase también Gén. 23:6; 30:8; Éx. 9:28). En cuarto lugar, dado que el verbo rajap («sobrevolar») se asocia aquí con «viento», podría ser traducido como «[un viento poderoso] se movía sobre la faz de las aguas». Por último, se sostiene que la idea de un viento poderoso también se encuentra en algunos relatos de la creación del Antiguo Cercano Oriente.
  1. EL ESPÍRITU DE DIOS:
La traducción «Espíritu de Dios» ha sido la traduc­ción tradicional de los cristianos, aunque algunos padres de la iglesia y escritos judíos abogaban por «viento». Se usan los siguientes argumentos para apoyar la lectura tradicional de «Espíritu de Dios». En primer lugar, en ningún lugar del Antiguo Tes­tamento, la frase «Espíritu de Dios» significa «viento poderoso», lo que hace improbable asignar ese significado a Génesis 1:2. En segundo lugar, el sustantivo elohim (Dios) es usado 32 veces en Génesis 1, y siempre significa Dios. Parece improbable resaltar el superlativo en solo un caso. En tercer lugar, en el versículo 1, elohim (Dios) es identifi­cado como el Creador, lo que hace prácticamente imposi­ble justificar el uso del mismo término en el versículo 2 para designar un poder caótico (un «viento poderoso»). En cuarto lugar, algunos han sostenido que no se requiere el uso de elohim en los textos, dado que traducirlo como Dios aún tendría sentido. Aun si es posible ese uso particular, el contexto es decisivo. En quinto lugar, aunque las frases previas describen un estado de caos, la referencia al Espíritu de Dios no habla de caos sino que sirve para preparar el camino para la palabra creadora de Dios que sigue en la narrativa. Aunque había desorden, el Espíritu de Dios cuidaba de manera proactiva la materia prima de la Tierra. En sexto lugar, esa idea es expresada en el verbo rajap («sobrevolaba»). En las otras dos instancias donde se usa ese verbo en el Antiguo Testamento, no se refiere al movimiento de un viento poderoso (Deut. 32:11; Jer. 23:9). El mejor paralelo se encuentra en Deuteronomio 32:11, en el que designa el movimiento de las alas de un águila que cuida de sus polluelos. El carácter personal del Espíritu de Dios no se encuentra ausente en el Antiguo Testamento (véase. Sal. 104:30). Finalmente, el significado del texto no se ve determinado por supuestos paralelos de textos del Antiguo Cercano Oriente.