Ungimiento

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Escrito por Ángel Manuel Rodríguez

¿Hay algún apoyo bíblico para el ungimiento masivo de enfermos durante un servicio de adoración?

La Biblia menciona muy poco acerca del ungimiento de los enfermos. Es muy probable que, en la iglesia cristiana, haya sido una ceremonia privada. Cuando los discípulos de Jesús vieron a una persona enferma mientras estaban predicando, la ungieron y oraron por su sanación (Mar. 6:13). Pero el pasaje más importante acerca de este tema se encuentra en Santiago 5:14, 15.

1. Instrucciones para el ungimiento de enfermos. La única instrucción bíblica específica con respecto al ungimiento de los enfermos se encuentra en el análisis de Santiago de la oración. El apóstol enumera una serie de pasos para el ungimiento del enfermo, dando a entender que este tipo de oración debe ser ofrecida de una manera ordenada. Primero, una persona enferma invita a los ancianos, los líderes de la iglesia, a que vengan a orar por ella. Esta es, claramente, una ocasión privada, y sucede en el hogar de una persona. Segundo, los ancianos oran sobre la persona enferma. Si bien la práctica de imposición de manos sobre la persona no es mencionada, la frase Aoren sobre él@ (BJ) implica que esto era hecho. De todas maneras, el ungimiento requiere algún contacto físico con la persona. Tercero, el acto de ungir está combinado con la oración. El aceite de oliva es utilizado durante la ceremonia. El significado del aceite no está claro, pero el hecho de que el aceite era utilizado con propósitos médicos (ver Isa. 1:6) puede sugerir que era usado para indicar que esta es una oración por sanidad. También podría ser que el aceite sea un símbolo de la presencia del Espíritu Santo, el agente divino dador de la vida (ver Isa. 61:1-3). Cuarto, durante la oración, el nombre del Señor es invocado. Esta es otra manera de decir que los que oran no están confiando en su propio poder sino en el poder del Señor resucitado. Su solicitud reconoce que se es incapaz de satisfacer las necesidades de la persona enferma. Esto excluye la autoglorificación y todo sentido de orgullo o superioridad religiosa.

2. Significado de la ceremonia. Varias cosas son significativas con respecto a esta importante ceremonia. Primero, el aceite no tiene poder en sí mismo. La sanación ocurre por medio de la intervención del Señor en respuesta a la oración que se le ofrece. Invocar su nombre es indispensable en esta ceremonia. Los que oran ofrecen la oración con fe, confiando en la sabiduría y el poder de Dios. El aceite es simbólico y señala el poder de Cristo para sanar por medio del Espíritu. Santiago deja en claro que el enfermo será sanado, y esto sucede muchas veces. Sin embargo, permanece el misterio de la oración, porque en algunos casos la oración de fe requiere que confiemos en la sabiduría de Dios cuando escoge actuar de otra manera. Segundo, la enfermedad no necesariamente es el resultado del pecado en la vida de una persona. Santiago escribió: ASi hubiere cometido pecados, le serán perdonados@ (Sant. 5:15), dejando abierta la posibilidad de que la enfermedad tenga una causa natural. Tercero, la referencia al perdón indica que la sanidad por la que se ora tiene una naturaleza holística, de tal manera que la oración traiga sanidad tanto física como espiritual a la persona. La vida espiritual también es renovada a través del poder del Espíritu y la confesión del pecado. Cuarto, la oración no se hace en favor de una persona que está agonizando, sino por una persona enferma que requiere sanidad. La práctica de la extrema unción no puede ser sustentada a partir de Santiago 5:14 y 15.

3. Implicaciones prácticas. No existe apoyo bíblico para la práctica del ungimiento de enfermos en grandes cantidades durante una reunión religiosa pública. Santiago deja en claro que esta es una ceremonia religiosa privada. Una práctica mal informada del ungimiento podría conducir fácilmente a un énfasis excesivo en lo milagroso y emocional. Cuando esto sucede, la confiabilidad de una experiencia religiosa generalmente está determinada por un supuesto encuentro con el Espíritu del Señor, independiente del testimonio de las Escrituras. Somos el pueblo de la Palabra, y deberíamos continuar dándole su papel principal en la vida de la iglesia. La fe y la práctica deben ser juzgadas por la clara instrucción de las Santas Escrituras.