Una pregunta sobre el juicio

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Escrito por Ángel Manuel Rodríguez

Cuando leo a los profetas del Antiguo Testamento, veo tantas referencias al juicio, el castigo y la destrucción que me pregunto, ¿cuál es el propósito?

Las profecías del juicio emplean un lenguaje muy fuerte: «Yo, el Señor omnipotente, declaro: Estoy contra ti, Jerusalén […]. Entre ustedes habrá padres que se comerán a sus hijos […]. Yo los castigaré» (Eze. 5:8-10, NVI); «le quitaré las provisiones, lo sumiré en el hambre» (Eze. 14:13, NVI); «estrellarán a sus pequeños […] y violarán a sus mujeres» (Isa. 13:16); «te entregaré en manos de gente sanguinaria y destructora. Serás pasto para el fuego» (Eze. 21:31, 32, NVI). La lista podría continuar. Compartiré unos pocos principios que nos ayudan a interpretar esas profecías.

  1. Fundamentos del juicio: Un elemento común está presente en todos los mensajes del juicio contra el pueblo de Dios, a saber, la violación del pacto. Después de redimirlos de Egipto, Dios entró en una relación de pacto con su pueblo, lo que hizo posible que disfruten de sus bendiciones. La violación del pacto significó rechazar al Señor, lo que resultó en idolatría. Abandonaron la esfera de bendiciones e ingresaron en la esfera de maldición y muerte. Sus únicas alternativas eran el arrepentimiento y la renovación del pacto o la separación permanente y el abandono de Dios. Los juicios divinos se basaban en serias violaciones del pacto.
  2. Predicciones del juicio: El Señor predice los juicios venideros por varias razones. En primer lugar, en algunos casos quería que las personas se arrepintieran para evitar el juicio. En segundo lugar, la predicción demostró que el Señor anticipó lo que sucedería y que, en consecuencia, los sucesos no lo sorprendían sino que, por el contrario, él estaba en control de la historia. En tercer lugar, al anunciar la derrota de su pueblo, el Señor indicó que las naciones no eran más poderosas que él. Él era quien enviaba el castigo a su pueblo por sus pecados, usando inclusive las naciones para cumplir su propósito.
  3. El juicio y los enemigos: Quebrantar el pacto con el Señor dejó a su pueblo a la merced de sus enemigos. El rechazo del Señor, su única fuente de bendiciones y vida, produjo hambre y plagas. Este no es el resultado impersonal y automático del pecado, sino de la decisión divina de abandonar la ciudad, el templo y la tierra. Escogieron abandonar al Señor, y al abandonarlos, él «honró» la decisión de ellos. La mayoría del lenguaje usado en los mensajes del juicio contra el pueblo de Dios es de naturaleza militar y política. A menudo leemos cómo eran los ataques militares: el sitio (hambruna y canibalismo dentro de la ciudad); la destrucción de la ciudad y del templo; la violación de las mujeres; la matanza de mujeres, niños y hombres; y unos pocos sobrevivientes, muchos de los cuales habrían preferido morir durante el ataque. El lenguaje describe la crueldad y lo inhumano de la guerra. Cuando el Señor afirma hacer eso a su propio pueblo, está defendiendo su justicia y su soberanía sobre su pueblo y las naciones, ya que estas no lo vencen al quitarle el pueblo de sus manos, sino que él está entregando su pueblo a sus enemigos.
  4. El juicio y el conflicto cósmico: El pueblo de Dios siempre ha existido en el contexto de un conflicto cósmico. Los enemigos de Israel eran mayormente los poderes políticos y militares de las naciones que lo rodeaban. Pero tras las naciones estaban sus dioses y poderes demoníacos que influían sobre el pueblo de Dios, llevándolos a menudo a la idolatría y tornándolos vulnerables a la derrota militar y la sumisión política. En las palabras del juicio, el Señor le estaba diciendo a su pueblo que había esperanza para ellos. Él no solo estaba en control de lo que les estaba sucediendo, sino que también pelearía por ellos contra sus enemigos. En último término, por medio de los juicios divinos, Dios vencería a las naciones y sus dioses.

La última palabra de Dios para su pueblo no es el juicio, sino la salvación mediante un remanente de su pueblo y las naciones que vendrán y lo adorarán en su templo.