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¿Cuál es el significado de la ofrenda de alimento (Lev. 2)?
En comparación con las ofrendas para los sacrificios que se mencionan en Levítico, la ofrenda de alimento es única porque no incluía la sangre. Un estudio de las instrucciones de Levítico sobre cómo ofrecerla nos ayudará a entender su significado e implicaciones teológicas. 1. Naturaleza de la ofrenda. El término hebreo minkhah significa “don, tributo”, dado a un superior como acto de homenaje o gratitud (por ej., Gén. 32:14, 19; 1 Sam. 26:19). También designa a una ofrenda de cereal o de animales (Jue. 6:18, 19; 1 Sam. 2:15-17). En Levítico, es un término técnico para una “ofrenda de grano” voluntaria, que se llevaba sin cocer (Lev. 2:1-3) o cocida (vers. 4-10, 14, 15) como acto de homenaje al Señor del pacto. Si no estaba cocida, se hacía de sémola de trigo acompañada de aceite de oliva e incienso, símbolos de bendiciones, gozo y dedicación a Dios (Deut. 11:14; Isa. 61:3; Sal. 141:2). El sacerdote quemaba sobre el altar un puñado de la sémola mezclada con aceite e incienso, como memorial. La harina podía cocerse como una torta gruesa (Lev. 2:4), o prepararse como delgadas obleas. Otras posibilidades eran cocinarla en una sartén chata como un tipo de torta muy delgada –panqueque– (vers. 6), o freírla en una sartén cubierta (vers. 7). El último tipo de ofrenda de grano cocido estaba compuesto por la primera cosecha de cebada (vers. 14; cf. Éxo. 9:31). La espiga verde era tostada, y se le agregaba aceite e incienso. 2. Significado. He aquí unas pocas reflexiones sobre esta ofrenda. En primer lugar, la ofrenda era un acto de gozosa gratitud, homenaje y adoración al Señor del pacto. Reconocía que Dios era Señor de su pueblo, y que él les proveía en abundancia. La porción que se quemaba en el altar, llamada el “memorial” (Lev. 2:2), no era tan solo una muestra en representación de toda la ofrenda, sino también un acto de memoria, lo que significaba que su pueblo no había olvidado la bondad del Señor. En segundo lugar, era considerada “un aroma agradable al Señor” (vers. 2, NVI), es decir, cuando Dios olía la ofrenda no solo la aceptaba, sino que también aceptaba al adorador como socio del pacto, no como un enemigo. El uso de la sal reafirmaba la idea de la permanencia y la importancia de preservar la relación del pacto (vers. 13). En tercer lugar, la harina sin cocer, que los seres humanos ofrecían sin adulterar, expresaba la bondad divina. La harina cocida mostraba la disposición de los adoradores de consagrar su obra y servicio a Dios. En cuarto lugar, la exclusión de la levadura y la miel, símbolos de la muerte y el pecado (véase 1 Cor. 5:6-8; Mat. 16:6, 11), sugiere que Dios no quería que ningún agente de fermentación alterara la relación espiritual de sus seguidores con él. En quinto lugar, dado que era una comida vegetariana, se ha señalado que acaso esa ofrenda hacía referencia a la dieta original vegetariana de la humanidad (Gén. 1:29, 30). En ese caso, señalaría a la dieta humana en el Edén y, a la vez, a la futura coexistencia pacífica de los seres humanos y los animales (véase por ejemplo Isa. 11:6-9; 65:25). Por último, dado que a partir de ese grano se hace el pan, eso nos recuerda que Jesús es el Pan de Vida, que alimenta nuestra vida espiritual y preserva nuestra existencia física (Juan 6:35). Deberíamos honrarlo como el Señor de nuestra vida.