Para siempre humano, para siempre divino

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Entiendo que Jesús se hizo humano pero, ¿por qué seguirá siendo humano para siempre?
La encarnación de Cristo es un misterio, porque no tenemos la profundidad de pensamiento racional que se necesita para comprenderlo. Su pregunta es buena. Repasemos algunas de las evidencias bíblicas que indi¬can que la encarnación del Hijo de Dios será preservada por la eternidad. Entonces enumeraré algunas razones teológicas para responder a su consulta. 1. LA PERPETUIDAD DE LA ENCARNACIÓN Las evidencias bíblicas son claras: la unión de las naturalezas humana y divina de Cristo es indestructi¬ble. «El Verbo se hizo carne» (Juan 1:14) y «nació de mujer» (Gál. 4:4). Creció como ser humano (Luc. 2:40) y lo siguió siendo durante todo su ministerio (Heb. 5:7). Durante su crucifixión, de su costado y su frente salió sangre humana; sintió sed (Juan 19:28) y se sintió abandonado por Dios (Mat. 27:46). Al igual que todos los seres humanos, finalmente murió (Juan 19:30). Salió de la tumba como ser humano con un cuerpo glorificado (Juan 20:27) y fue visto por María (vers. 18) y los discípulos (Juan 21:1). Cristo ascendió al cielo con su cuerpo humano y físico, llevando la naturaleza humana hasta el trono de Dios (Hech. 1:11). Ahora intercede por nosotros ante el Padre: «Pues hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres [anthrōpōn, «seres humanos»]:, Jesucristo hombre [anthrōpos, «ser humano»]» (1 Tim. 2:5). Juan afirma lo que falsos profetas niegan, que «Jesucristo ha venido en carne» (2 Juan 1:7). Pablo añade que una vez que el conflicto cósmico llegue a su fin, todas las cosas estarán otra vez sujetas al Padre, y «el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos» (1 Cor. 15:28). La encarnación jamás será suspendida. Cristo se hizo humano para siempre. Su sacrificio es eterno. 2. UN SALVADOR ENCARNADO La perpetuidad de la encarnación refleja la naturaleza misma de ella. Si no fuera eterna, no sería encarnación sino tan solo una habitación temporaria de Dios en un ser humano. La encarnación es en efecto dos naturalezas en una persona, no dos personas que habitan juntas, que podrían separarse fácilmente una de otra toda vez que lo desearan. Jesús no existe en forma independiente de la encarnación. En él, lo humano y lo divino coexisten en una unión inquebrantable, haciendo posible que nosotros nos unamos otra vez con Dios. El acto divino de salvación siempre será una realidad en el universo. El fin de la encarnación será el fin de nuestro Salvador divino-humano. Es simplemente imposible que esto suceda. Él es, y por siempre seguirá siendo, nuestro Salvador. Lo que sucedió en la encar¬nación no fue algo que podría deshacerse una vez que cumpliera su propósito. 3. FIN DEL PECADO Y PERPETUIDAD DE LA ENCARNACIÓN Al explorar la naturaleza permanente de la encarnación, también deberíamos considerar el hecho de que el pecado es tanto un fenómeno cósmico como temporal, y que su resolución es también cósmica y temporal. Mediante la obra de Cristo el pecado será eliminado del universo (cosmos) para siempre (el elemento del tiempo) y jamás se levantará otra vez. La solución al problema del pecado es cósmica y permanente. No es tan solo un evento histórico que sucedió en un momento particular del pasado: el acto salvífico de Dios es un evento siempre presente y eternamente efectivo. La humillación de Dios al hacerse humano para morir por una raza pecaminosa es preservada eternamente para asegurar que el pecado ya nunca más se levantará. La encarnación es parte del sacrificio de Cristo por nosotros.