Opinión de la influencia moral

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Escrito por Ángel Manuel Rodríguez

¿De qué manera somos salvos? ¿Qué dice la teoría de la influencia moral de la cruz?

Durante siglos los cristianos han procurado explicar de qué manera nos salva la muerte de Cristo en la cruz. Denominamos a estas explicaciones las “teorías de la expiación”. Una de ellas se conoce como la “teoría de la influencia moral” de la expiación. Resumiré su contenido, fortalezas y finalmente haré una evaluación de esta postura.

1. Resumen de su enseñanza: Existen ligeras variaciones de la teoría de la influencia moral, pero básicamente se fundamenta en las siguientes ideas. En primer lugar, se entiende que la cruz es la revelación suprema del amor divino. Allí, Dios se identificó con nosotros hasta el punto de pasar por todo lo que debemos experimentar nosotros, a saber, la muerte. En segundo lugar, la manifestación del amor divino fue tan plena, que como resultado nos transforma. Eso se denomina “la influencia moral de la cruz”. La muerte voluntaria de Cristo en la cruz despierta en nosotros el amor a Dios; cambia nuestra actitud hacia él y nos impulsa a ejemplificar su amor en nuestras vidas.

Es obvio que esta comprensión de la eficacia salvadora de la cruz no tiene nada de malo. Las Escrituras atestiguan que la cruz es la manifestación más gloriosa del amor expiatorio de Cristo hacia los pecadores (por ejemplo, en Juan 3:16), y su muerte debería impulsarnos a manifestar esa misma calidad de amor en nuestras vidas. Pero esta teoría posee debilidades significativas que limitan su utilidad.

2. Niega un aspecto central de la expiación: Uno de los problemas fundamentales de la teoría de la influencia moral es que rechaza la naturaleza substitutiva de la muerte de Cristo. La idea de que Dios tenía que matar al inocente en lugar del culpable, para salvarnos, es considerada una violación de la justicia. Sin embargo, la Escritura atestigua que Cristo murió en nuestro lugar (Isa. 53; Mar. 10:45; 2 Cor. 5:21). En la expiación, Dios mismo asumió de manera voluntaria la responsabilidad por nuestro pecado. Esa es una gloriosa manifestación de la gracia divina, no una injusticia. La expiación es la obra de Dios en nosotros; es un asunto entre él y nosotros. Nadie más está involucrado.

3.Visión estrecha del dilema humanoLa teoría de la influencia moral presupone que la tragedia humana del pecado se halla en el hecho de que contamos con información errónea respecto de Dios. No necesitamos ser libres del poder del pecado, sino de nuestra ignorancia de su carácter amante. Los humanos, se sostiene, ven a Dios como un tirano que impone demandas arbitrarias y los disciplina. La cruz los salva al modificar su comprensión de Dios. Una opinión tal no concuerda con la perspectiva bíblica del pecado y su impacto en los seres humanos. El pecado es una rebelión intencional contra Dios que nos ha separado de él. No se resuelve simplemente con un cambio en nosotros (una expiación subjetiva), sino por medio de la intervención divina que remueve las barreras y produce la reconciliación (expiación objetiva).

4. Cuando se circunscribe la expiación a la obra de Dios en nosotros, su juicio contra el pecado resulta incompatible con su amor. Como hemos expresado en otras ocasiones, esto hace que el amor sea sinónimo de la indiferencia divina. El juicio contra el pecado significa que Dios toma en serio nuestras acciones porque se preocupa por nosotros. Pero además, significa que está dispuesto y capacitado para asumir en la cruz ese juicio contra nosotros. La ira de Dios es una expresión del amor divino; revela a un Dios que se interesa hasta el punto de mostrarnos cuán doloroso es el pecado para él.

5. El amor y la cruz: A caso la pregunta fundamental es saber de qué manera la cruz revela amor. La teoría de la influencia moral afirma que es una demostración de amor porque Cristo, el Inocente, murió identificándose con nosotros, aunque no muriendo en nuestro lugar. Pero muchos otros murieron crucificados. ¿Por qué la cruz de Cristo y no otra es la revelación del amor divino? Sí, el Santo murió allí, pero eso no es todo. Murió por los pecadores, para salvarlos por medio de su sacrificio expiatorio (Rom. 5:8; 1 Juan 4:10).

La muerte de Cristo es en efecto la revelación más grande del amor divino, porque en ella “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados”. Antes bien, “al que no conoció pecado por nosotros lo hizo pecado” (2 Cor. 5:19-21).