¡Liberados!

This page is also available in: English

Escrito por Ángel Manuel Rodríguez

No puedo hallar en la Biblia un pasaje que diga que Cristo sufrió el castigo de nuestros pecados. ¿Cómo podemos defender esa postura?

Esta pregunta, junto con muchas otras de naturaleza similar que se refieren a la obra de Cristo por nosotros, parece indicar que el significado de la muerte de Cristo sigue siendo un importante tema de discusión en la iglesia, y en algunos casos puede producir divisiones. Una respuesta detallada a su pregunta requeriría un estudio exhaustivo de la naturaleza del pecado, de sus consecuencias, y un análisis de cómo Cristo se ocupó de este problema. Aquí solo analizaré tres ideas básicas que defienden la postura de que Cristo sufrió el castigo de nuestros pecados.

1. Cargó nuestros pecados: La frase “cargar los pecados” es importante en el Antiguo Testamento, especialmente en pasajes que hablan de los servicios del santuario. Por ejemplo, la persona que maldecía a Dios debía cargar con su pecado (Lev. 24:15); la persona que presenciaba un crimen pero no lo denunciaba, cargaba con la culpa (véase Lev. 5:1); la persona que actuaba de manera desafiante contra el Señor, cargaba su propio pecado (Núm. 15:31). La frase es una declaración legal que identifica al pecador como responsable del pecado cometido. En este caso el pecado es objetivado y descrito como una pesada carga que destruye al individuo, a menos que algo o alguien lo libere de esa carga mortal. La frase indica que es responsable del pecado cometido y está sujeto a incumbencia legal por sus resultados o castigo. En un buen número de casos el castigo es la muerte infligida por un agente divino o humano (ver Éxo. 28:43; Lev. 22:9; 19:8).

Hay casos en los que una persona porta la culpa de los pecadores, removiendo así la carga y liberándolos del castigo. El ejemplo más importante de esto se halla en Isaías 53: una profecía sobre la experiencia y la obra del Siervo de Jehová, el Mesías. El Siervo cargó los pecados del pueblo y esto lo quebrantó (versículos 4-6, 10-12). En otras palabras, se hizo responsable del pecado del pueblo y sufrió su castigo. Esta misma frase se aplica a Jesús en el Nuevo Testamento. Hebreos declara claramente que Cristo “fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos” (Heb. 9:28). El contexto de la frase en el Antiguo Testamento nos permite entender que Cristo asumió la plena responsabilidad y el castigo de nuestros pecados, a fin de liberarnos de ambos.

2. Fue hecho pecado: Según dice el apóstol Pablo en 2 Corintios 5:21, “al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros seamos justicia de Dios en él”. La primera cosa que debemos notar es que Cristo se hizo pecado por nosotros. Eso significa que aunque él era inocente, porque no había pecado y no merecía morir, se hizo pecado por nosotros. En segundo lugar, en la Biblia las palabras usadas para hablar de pecado no solo designan el pecado cometido sino también a las consecuencias o el castigo que sigue a éste. Después que Caín mató a Abel, el Señor le anunció cuál sería el castigo de su pecado, y Caín exclamó: “Grande es mi culpa para ser soportada” (véase Gén. 4:13). De manera que cuando se dice que Cristo se hizo pecado, el énfasis no está tanto en las acciones pecaminosas en sí mismas, sino en la culpa, la consecuencia, el castigo por nuestros pecados. Esta idea queda más clara si traducimos la frase “se hizo pecado” como “se hizo ofrenda por el pecado”. En el Antiguo Testamento, la ofrenda por el pecado cargaba el pecado de los israelitas y moría en lugar del pecador; es decir, experimentaba el castigo del pecado.

3. Se hizo maldición: Pablo también escribió que “Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, haciéndose maldición por nosotros” (Gál. 3:13). Este pasaje contiene varias ideas que comentamos brevemente. En primer lugar, la violación de la ley conlleva una pena específica llamada “maldición”. En segundo lugar, se considera que esto era algo que debía ser enfrentado. Los seres humanos necesitaban ser liberados de esa maldición. En tercer lugar, Jesús satisfizo las demandas legales de la ley cuando tomó sobre sí la maldición, el resultado y la pena de nuestra violación de la ley, y así nos redimió. Cristo, nuestro sustituto, asumió el castigo que merecíamos por ser pecadores.

Espero que esta explicación lo ayude en su experiencia cristiana.