Génesis 2:17

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Escrito por Ángel Manuel Rodríguez

¿Cómo debo entender la expresión «conocimiento del bien y del mal» de Gén. 2:17?

La comprensión de esta frase, en el contexto del registro de la creación, ha generado diversos debates entre los estudiantes de la Biblia, situación que ha derivado en varias interpretaciones de la referida expresión. Entre las más comunes, aparece la teoría sexual, cuyos defensores argumentan que el verbo «conocer» aquí se está refiriendo al acto sexual. Los que así piensan, señalan que después de comer del árbol, Adán y Eva se dieron cuenta de que estaban desnudos. Esta interpretación supone que el conocimiento acerca del sexo corresponde al exclusivo dominio de Dios. Esto no es lo que indica el relato bíblico (véase Gén. 2:18-20).

Otros sugieren que la frase «el bien y el mal» corresponde a una expresión idiomática utilizada por la Biblia para indicar «todo», es decir, la totalidad del conocimiento. En cierto sentido es similar a la frase «cielos y tierra», lo cual indica la totalidad de la creación de Dios. Para ellos, conocer el bien y el mal querría decir, ser omnisapientes. Es fundamental decir que el contexto no admite la citada interpretación. Adán y Eva no llegaron a ser omniscientes como resultado de haber comido del fruto prohibido; aunque el Señor dijo que ellos habían llegado a ser «como uno de nosotros» (3:22).

Otra interpretación establece que el conocimiento del bien y del mal consiste en la capacidad de distinguir entre lo que es moralmente recto o equivocado. Me parece muy inconsistente que Dios no deseara que Adán y Eva desarrollaran su criterio o juicio moral. El hecho de que les haya dado una orden o mandamiento, implica que el Creador les había dado capacidad para discernir.

Ahora, consideremos lo que dice el relato con relación a la frase en discusión. Primero, hemos aprendido que el conocer el bien y el mal es una característica de Dios. Segundo,naturalmente Adán y Eva no estaban al tanto de este tipo de conocimiento. En ningún caso esto fue una deficiencia; simplemente fue la forma como Dios dispuso este aspecto. Tercero, en el relato dicho conocimiento conduce a la ruina de las criaturas, a su extinción, el retorno a la nada, es decir, a la muerte. Cuarto, los seres humanos pueden hacer mal uso de este conocimiento, pudiendo marginarse de los amorosos límites o parámetros establecidos por el Creador. Esto es considerado una actividad ilegal.

Cualquier interpretación de la expresión «conocimiento del bien y del mal» debe concordar con la realidad provista por el mismo contexto. Sólo haciendo un análisis de la totalidad del relato registrado en Génesis es posible descubrir el sentido o significado de la frase. Esto permite establecer que conocer el bien y el mal implica reclamar para nosotros una autonomía completa y absoluta con relación al Creador. Es un intento para eliminar todo sentido de confianza en cualquier otro, incluyendo a Dios. Los seres humanos no pueden decidir por si mismos qué es bueno y que es malo, sin considerar la voluntad revelada de Dios.

Únicamente Dios es totalmente autónomo al punto que no necesita dar cuenta de nada a nadie a no ser a sí mismo. Para nosotros como criaturas este tipo de existencia es imposible. De hecho, para ser persona, por definición necesitamos responder ante el Creador. Cualquier intento de existir independizados de Dios traerá como consecuencia la total extinción. La serpiente llevó a Adán y a Eva a hacerlos creer que ellos podrían aspirar y experimentar (llegar a conocer) este tipo de autonomía, y continuar gozando de la vida separados de Dios. También los hizo pensar que podrían vivir en rebelión contra Dios sin tener que darle cuenta de nada. Esto es lo que el Señor quiso decir cuando expresó que Adán y Eva eran «como uno de nosotros, conocedores del bien y el mal». Daremos mayores detalles.

Necesitamos avanzar un paso más en nuestro intento de comprender lo que el escritor bíblico estaban tratando de comunicar. La misma expresión «bien y el mal» es utilizada otra vez más en el Antiguo Testamento en relación con el verbo «conocer». Ahora es importante determinar si el uso apoya, modifica, o rechaza nuestra interpretación. El texto dice: «Y vuestros niños… y vuestros hijos que no saben hoy lo bueno ni lo malo, ellos entrarán allá; a ellos la daré y ellos la heredarán —la tierra prometida—» (Deut. 1:39). La frase está expresada en un sentido positivo. Los niños, por no conocer el bien y el mal, y por depender totalmente de sus padres, no son autónomos. Una vez que crezcan y tomen responsabilidades, entonces llegarán a ser independientes de sus padres. Obviamente, incluso aquí la frase expresa o por lo menos sugiere las ideas de independencia y autonomía.

Dios garantizó para nosotros la libertad pero no la independencia con relación a él. Nuestra existencia depende de la relación que tengamos con él, y si a pesar de esto reclamamos autonomía, esto equivale a rechazar el don de la vida que nos ofrece libremente. El conocimiento que Dios condena es el que tiene en mente rechazar o rebelarse en contra de la revelación de su voluntad. Volver a centrar en él toda nuestra búsqueda de conocimiento, es llegar a ser o actuar como los niños.