Éxodo 34:7

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Escrito por Ángel Manuel Rodríguez

Según Éxodo 34:7, Dios castiga a los hijos por los pecados de los padres. ¿No pone esto en duda la justicia divina?

En el Antiguo Testamento, existe lo que se denomina retribución colectiva o transgeneracional. Es un tema complejo sobre el cual solo puedo decir algunas cosas que espero le resulten de ayuda. Parte de la evidencia bíblica puede brindar un patrón interpretativo con el cual usted bien podría estar en desacuerdo.

1. Evidencias limitadas de la retribución colectiva: Según Éxodo 34:7, Dios “castiga la maldad de los padres en los hijos y en los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”.

Este principio solo se halla en otros dos pasajes (Núm. 14:18 y Jer. 32:17-19). El énfasis de esos versículos está dado por la bondad y la misericordia de Dios, no por el aspecto punitivo. Esto indica que el elemento negativo funciona como una fuerza disuasiva que señala el impacto de las acciones propias sobre el grupo. El contexto de estos pasajes también indica que existe lo que se llama beneficio o bendición transgeneracional. Este fue el caso de Abrahán y sus descendientes (Gén. 12:1-3).

Resulta sorprendente que la retribución transgeneracional no es la perspectiva más común de la justicia distributiva divina. El énfasis constante se halla en la responsabilidad individual, es decir, que Dios castiga a los que pecan (véase por ejemplo, Joel 2:12, 13; Sal. 86:15; 103:8, 9, 17; 145:8, 9). Moisés escribió: “Conoce, pues, que Jehová, tu Dios, es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta por mil generaciones, pero que da su merecido, en su propia persona, al que le aborrece, destruyéndolo; a quien le odia, no se demora en darle en su propia persona el pago” (Deut. 7:9, 10). La responsabilidad colectiva e individual parece haber coexistido en la comprensión que tenía Israel de la justicia divina.

2. En el sistema legal israelita no estaba permitida: El Señor dejó en claro a los israelitas que “los padres no morirán por los hijos ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado” (Deut. 24:16; cf. Eze. 18:20). Esta restricción legal establece los límites del conocimiento y la justicia humana. En cualquier sistema legal humano, es fácil abusar de la retribución transgeneracional. El Señor es el único que puede implementarla porque posee el conocimiento perfecto. Esto indica claramente que cuando Dios implementa la retribución colectiva, se basa en un conocimiento que justifica esa implementación aun cuando no sea visible para el observador externo.

3. Retribución colectiva basada en la retribución individual: Según algunos pasajes, la retribución colectiva es el resultado de la identificación de los hijos con los pecados de sus padres, participando de esta manera del castigo de ellos. Esto ha sido llamado “castigo compuesto”. El principio se enuncia bien en la descripción de los resultados del quebrantamiento del pacto: “Y los que queden de vosotros, se consumirán en las tierras de vuestros enemigos por su iniquidad, y se consumirán junto con sus padres por la iniquidad de ellos” (Lev. 26:39; véase también Isa. 65:6, 7; Jer. 14:20). A esto también se refiere el segundo mandamiento en Éxodo 20:5, al usar la frase “que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” (cf. Deut. 5:10).

Parece ser que la retribución transgeneracional opera sobre la base de la perpetuación de los pecados de los padres en la conducta de los hijos. Esto explica la oposición a la retribución colectiva hallada en algunos lugares del Antiguo Testamento. Antes del exilio, algunos israelitas protestaron: “Nuestros padres pecaron y han muerto, pero nosotros llevamos su castigo” (Lam. 5:7), o “Los padres comieron las uvas agrias, y a los hijos les dio dentera” (Eze. 18:2). Ante ello, Dios respondió que los juzgará de acuerdo con sus obras, y que eso sería más que suficiente para condenarlos (versículos 29, 30).

La retribución transgeneracional se basa en un fuerte sentido de solidaridad social, en la cual las acciones de los individuos tienen un impacto sobre los demás, ya sea positivo o negativo. Esto forma parte del orden social que Dios estableció para que fueran una bendición constante. Es bueno que nosotros –seamos padres, hijos, cónyuges, feligreses, etc.– actuemos de manera tal que nuestro impacto transgeneracional no traiga dolor a los demás, sino que estos lleguen a ser una corriente perpetua de bendiciones.