El poder de la Ley, el poder de la gracia

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Escrito por Ángel Manuel Rodríguez

¿Qué significa la frase «bajo la Ley» de Romanos 6:14, 15?

La frase es usada por Pablo en los dos versículos que usted menciona, para establecer una conexión entre una comprensión particular de la Ley en relación con el pecado y la gracia, y para calificar el significado negativo de la frase «no bajo la Ley». Deberíamos recordar que la discusión se produce en el contexto de su controversia con los falsos maestros que promovían la observancia de la Ley para sus propósitos específicos.

1. El Pecado, La Ley y La Gracia. En Romanos, Pablo aclara que todos los humanos se encuentran bajo el gobierno del pecado, y que el único camino para experimentar libertad es mediante la fe en Cristo (Rom. 3:19-24). En esa condición de esclavos del pecado, la Ley siempre cumple un papel negativo (Rom. 7:7-12). Pero para los que colocan su fe en Cristo, el pecado ya no se enseñorea de ellos, porque «no están bajo la Ley sino bajo la gracia» (Rom. 6:14). En contexto, estar «bajo la Ley» es estar bajo el dominio del pecado y no bajo el dominio de la gracia. La gracia y la Ley son contrastadas en forma negativa. Si estar bajo la gracia significa estar bajo el poder redentor de Dios mediante la muerte de su Hijo, entonces estar bajo la Ley es buscar la aceptación ante Dios mediante el sometimiento a la Ley. Esto, en sí mismo, significa que la persona se encuentra bajo el poder del pecado y no de la gracia porque, para Pablo, cada ser humano ha violado la Ley de Dios y está bajo maldición o condenación (Gál. 3:10). La observancia de la Ley no tiene poder de expiación; no puede librarnos del poder del pecado porque es incapaz de restaurar la vida a los pecadores (vers. 21). En efecto, debido al estado pecaminoso de la humanidad, la Ley, utilizada erróneamente por el pecado, los estimula a pecar (Rom. 7:8, 9), si bien la Ley en sí es buena (vers. 12). Lo que los seres humanos necesitan es la gracia divina mediante la fe en Cristo. Estar bajo la Ley –buscar la aceptación por ella ante Dios– es existir bajo su condenación y, en consecuencia, bajo el poder del pecado (Rom. 3:21, 28).

2. No Bajo La Ley. Pablo presenta una pregunta y la responde: «¿Qué, pues? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera!» (Rom. 6:15). Pablo establece entonces límites a las posibles implicaciones de la frase «no estamos bajo la Ley». Eso no significa que la vida cristiana se caracteriza por la anarquía. Los creyentes no tienen obligación de obedecer la Ley para ser justificados, pero de buena gana «[obedecen] de corazón [de la profundidad de su ser y sinceramente] a aquella forma de doctrina [la que moldea la vida cristiana] que os transmitieron» (vers. 17). La vida cristiana no excluye la obediencia a la voluntad de Dios, sino que la coloca en su perspectiva apropiada respecto de la gracia. La fe en Cristo no invalida la Ley sino que la confirma (Rom. 3:31), porque ahora, mediante el poder de la gracia de Cristo, «la justicia de la Ley se [cumple] en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu» (Rom. 8:3, 4). La Ley ya no es un medio de aceptación ante Dios, sino una guía santificadora de la vida cristiana.