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¿Se celebrarán casamientos en el cielo?
Los solteros a menudo me hacen esta pregunta, y a veces también los casados. Los solteros quieren una respuesta porque, de no haber casamientos en el cielo, quieren casarse y tener hijos ahora. No estoy seguro por qué los casados hacen la misma pregunta, pero parece ser que muchos quisieran continuar la relación en el cielo. (En algunos casos, ¡puede que estén esperando librarse de la relación!) La Biblia brinda una clara respuesta que aparentemente crea un problema teológico. 1.La respuesta de Jesús: Los saduceos le hicieron esa pregunta a Jesús porque esperaban refutar la doctrina de la resurrección. Presentaron un caso hipotético basado en la ley bíblica del levirato, por la cual el hermano de un fallecido que no había tenido hijos se casaba con la viuda para dar descendencia a su hermano (Deut. 25:5, 6). Los saduceos le hablaron a Jesús de siete hermanos que, en cumplimiento de la ley, contrajeron matrimonio con la misma mujer porque ninguno de ellos podía tener hijos con ella. La pregunta era: «En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será la mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?» (Mar. 12:23). Era un intento de desacreditar la idea de la resurrección. Jesús los acusó de ignorancia: no sabían lo que enseñaban las Escrituras de la resurrección, y mucho menos el poder de un Dios que puede dar vida a los muertos. Entonces se refirió a la premisa tácita de la pregunta. Los saduceos suponían que la vida después de la resurrección sería una continuación de la vida que conocemos. Jesús los sorprendió al señalar un significativo elemento de continuidad: «Cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles que están en los cielos» (vers. 25). Según Lucas, Jesús clarificó el pensamiento diciendo que los resucitados «ni se casan ni se dan en casamiento, porque ya no pueden morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios al ser hijos de la resurrección» (Luc. 20:35, 36). En la resurrección no habrá casamientos, porque ante la ausencia de la muerte no se necesita perpetuar la raza humana mediante la reproducción. En ese sentido, los seres humanos serán como los ángeles, que no tienen que casarse porque no mueren. 2. Implicaciones teológicas: La respuesta de Jesús crea para algunos un dilema teológico: Si el matrimonio, al igual que el sábado, fue instituido antes de la entrada del pecado, ¿por qué será incompatible con la vida en la Tierra Nueva? ¿No indicaría esto que el pecado logró dañar una institución divina más allá de la posibilidad de restauración, y que el mal de alguna manera desbarató las intenciones divinas para la humanidad? Estas importantes preguntas merecen ser comentadas, aun cuando acaso no tengamos respuestas definitivas. Para responder al problema teológico presentado tengo que asumir que no fue el propósito divino que el matrimonio fuera una institución social permanente o eterna. El Génesis parece insinuar esa idea. El matrimonio tenía dos funciones estrechamente relacionadas: la procreación y el compañerismo. La primera tenía un objetivo muy específico: «Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra» (Gén. 1:28), lo que implica que una vez que se logra el objetivo y, ante la ausencia de muerte, la procreación llegaría a su fin. Jesús confirmó esto al responder a los saduceos. Antes de que existiera el pecado, la comunión y la unión más profundas con Dios superaban al matrimonio como expresión de compañerismo. Acaso nunca fue el propósito que el círculo de compañerismo fuera un matrimonio, sino una relación con la familia cósmica de Dios. Jesús tiene que haberse referido a esta experiencia más profunda y por ahora misteriosa cuando dijo que los resucitados «son hijos de Dios al ser hijos de la resurrección» (Luc. 20:36). Se refiere a una experiencia familiar que es infinitamente más profunda que el matrimonio, enriqueciéndonos de maneras que no podemos comenzar a imaginar. Nuestro círculo de seres queridos alcanzará dimensiones cósmicas en la pureza del amor desinteresado.Siéntase libre de mostrar su desacuerdo con mi postura.